CARLOS CHAOUEN: FUSIÓN MELÓDICA, FUNCIÓN POÉTICA

CARLOS ES UN PSICÓLOGO QUE SIENTE PASIÓN POR LA MÚSICA Y AMOR POR LA FILOSOFÍA, LA LITERATURA Y LA POESÍA. NUNCA BUSCÓ LA FAMA, TAMPOCO SE PLEGÓ A LAS EXIGENCIAS DE LOS GRANDES SELLOS Y SIEMPRE BUSCÓ SONAR A LO QUE ÉL QUERÍA PARECERSE, CONVIRTIENDO A LA MÚSICA EN UN CAMINO DE VIDA Y EN SU DIARIO SONORO. DESPUÉS DE NUEVE DISCOS DE ESTUDIO, CIENTOS DE CONCIERTOS INOLVIDABLES POR DIFERENTES LUGARES Y DECENAS DE COLABORACIONES CON OTROS ARTISTAS, CARLOS CHAOUEN SE HA CONSOLIDADO COMO UNA DE LAS GRANDES REFERENCIAS PARA NUMEROSOS CANTAUTORES Y POETAS DE TODA UNA GENERACIÓN.

Gabriel SANTAMARINA

_Juan Carlos Sánchez Ceballos nació en San Fernando, Cádiz. La Isla de León siempre ha sido cuna de excelentes artistas y, en ese sentido, este caso no sería una excepción. Andalucía siempre fue su casa, aunque ya en su adolescencia su vida experimentó un giro radical al trasladarse a Madrid. "Con doce o trece años es la edad en la que uno se está abriendo a muchas cosas y estos cambios suelen tener un gran impacto en la vida cotidiana. Para mí supuso un montón de cambios, pero es una edad en la que uno se puede amoldar fácilmente a algunas cosas", comenta. Carlos reconoce que al principio echaba mucho de menos todo aquello a lo que estaba acostumbrado, sin embargo, en el fondo cree que lo que pasó luego fue como una virtud, por lo que no duda en quedarse con la parte más positiva: "Madrid abre muchos horizontes y abre mucho la mente y te expone a otras cosas que en un pueblo más chico es más difícil. Te obliga y te reta, por decirlo de alguna manera". A pesar de que sus inicios en la capital no fueron fáciles, y seguramente también debido a ello, Madrid le haría crecer como persona.

Ensayos y estudios

Aún siendo muy joven, Carlos comenzó a interesarse bastante por la música. Con solo diez años se apoderó de la guitarra de su padre para tocar ritmos de flamenco y compases de carnaval, tal como relata su biografía. Este fue el primer paso, la primera toma de contacto. El siguiente llegaría ya en Madrid, formando parte de numerosos grupos de rock, entre los que destacaba Crápulas Flor. "Éramos una banda adolescente como tantas que hay y ensayábamos mucho, o íbamos mucho al local, mejor dicho", recuerda con una sonrisa. El tono de sus frases denota una gran nostalgia, añorando "una época gloriosa en la que uno se cree que está tocando en la mejor banda del mundo. No porque se lo crea, sino porque no le importa". Ellos creían que todo lo que tocaban siempre era lo mejor y no se preocupaban de nada más. Aquellos años de su vida le sirvieron para darle "más amor por la música, por el rocanrol, por el compartir, por todo lo que conlleva hacer canciones...". Ahora, se le iluminan los ojos al rememorar aquella época en la que lo único en lo que pensaba era en divertirse: "Tocábamos muy pocos conciertos porque nadie se preocupaba de hacer crecer aquello, simplemente disfrutábamos de la música. Entonces, era una de esas etapas lisérgicas donde se disfruta mucho y hay poca responsabilidad".

Pronto llegó la edad en la que tenía que decidir a qué quería dedicarse en el futuro. Carlos lo tuvo muy claro. Estudió la carrera de Psicología en la Universidad Autónoma de Madrid entre 1992 y 1997. "Era una cosa muy devocional y lo ha seguido siendo con el tiempo. No hubo mucha duda, quería hacer Psicología sí o sí", explica. Asimismo, cursó el Máster en Intervención Psicoterapéutica Cognitivo-Social y realizó el período docente del doctorado en Cognición y Trastornos en la UAM, así como hizo prácticas en varias instituciones psiquiátricas en Cantoblanco, Ciempozuelos, Madrid y Palencia. De hecho, Carlos ha estado ejerciendo como terapeuta desde hace ya unos cuantos años en la localidad gaditana de Vejer de la Frontera, lugar donde reside. Hablar de psicología quizás signifique adentrarse en la parte más abstracta de esta entrevista. Alguien con gustos como los suyos, entre los que están la filosofía, la literatura o la psicología, refleja un gusto por lo intangible. Refleja reflexión, madurez y formación.

GABRIEL SANTAMARINA: Relacionando tu faceta musical con la parte académica de la psicología, ¿guardan tus letras la sensibilidad que puede haber entre psicólogo y paciente, en este caso entre músico y oyente?

CARLOS CHAOUEN: ¡Qué interesante! De alguna manera creo que es inevitable, como que todo lo que uno hace se filtra. Yo creo que a lo mejor se notaba más al principio, donde incluso en algunas letras había palabras con las que quedaba muy claro el vínculo. No sé, no es algo premeditado. Todo el bagaje que uno tiene, sea del tipo que sea, si no se inhibe va a salir cuando uno haga canciones en este caso. Entonces, no es algo premeditado, pero algo habrá, sin duda. Tengo tanta influencia de eso que se va a notar en alguna cosa.

Mientras continuaba sus estudios, Carlos también seguía divirtiéndose con la música: "Es una cosa que hace uno por hobby y porque le apetece. Siempre me ha parecido que mi disfrute estaba por encima de todo". Con el tiempo, se lo había ido tomando cada vez más en serio y empezó a tocar en varias salas de Madrid. Se presentaba con el nombre de Carlos Chaouen, adoptando de esta forma su apellido artístico de la ciudad marroquí de Chefchauen. En el año 1997 participaría en el disco recopilatorio Cantautores: La nueva generación (Fonomusic), junto a artistas como Antonio Rey, Alfonso del Valle, Joaquín Calderón, Pedro Herrero, Quique González, Rubén Buren o Sergio Sleiman. Chaouen aportaría su granito de arena con dos canciones; Bosque lejano y Loca. Entonces, la compañía Fonomusic le propuso la posibilidad de grabar un disco. "Yo no pensaba que me iba a dedicar a la música y que iba a grabar mucho menos", admite. Ahí comenzó su aventura. Guitarra al hombro y asentado en sus letras como itinerario vital, se sumergió de lleno en la composición de un modo personal, libre y sin ataduras: "De alguna manera, siempre he hecho lo que me ha apetecido y luego se ha convertido en una manera de vivir".

Inicio profesional

Para comenzar un análisis de la carrera musical profesional de Carlos Chaouen hay que retroceder hasta 1998. En aquel año publicaría su primer disco, titulado igual que su propio pseudónimo, Carlos Chaouen (Fonomusic). Con arreglos de Alfonso Pérez y producido por Jesús Yanes, apenas se percibía rastro de ese rock alternativo en el que se había curtido y sí los aires andaluces. Bosque lejano, Loca, Me he pintao o Tu ombligo serían algunos de los temas más recordados. Me he pintao también fue el nombre de la gira del disco, en la que tuvo la ocasión de compartir escenario con Vicente Feliú, Enrique Urquijo y Sorderita o Quique González. Solo dos años más tarde, produjo con el mismo sello Maldita, esta vez con producción de Tato Icasto y Miguel de la Vega. Varios cortes como Necesito de la luz, Mi habitación en tus pupilas, Maldita o Vente rompían con cualquier etiqueta que pudiera existir en torno a la figura del artista y su música. Además, este trabajo alcanzó más fama dentro del círculo de cantautores, figurando entre los tres Mejores Discos de Autor del Año para la revista Todas las Novedades. El reconocimiento logrado le permitiría a Carlos implicarse de nuevo en algunos proyectos colectivos, como el Homenaje a Jesús de la Rosa (Triana) (2000) o Liberando expresiones (2003), grabado con motivo del vigésimo quinto aniversario de Amnistía Internacional.

En el año 2003, Universo abierto se convierte en el primer álbum de Carlos Chaouen grabado con Cienfuegos Discos. Este trabajo estaría producido por Eddy Cardoza y David Carbajo y contaría con la colaboración de Jesús Cifuentes (Celtas Cortos). El abanico sonoro es mayor que aquí que en sus predecesores, presentando una fusión que va desde el rock hasta la rumba, pasando por el funky o las baladas. De esta forma, se dieron a conocer algunas de las joyas más representativas en la discografía del artista: Desfile de gaviotas, Semilla en la tierra, Pintando en el cielo, A medio pulmón, Privado, No me canso... este último single incluso llegó a colocarse en el primer puesto de Los Número 1 de Cadena 100. Paralelamente a este éxito, llevó a cabo una lucha política en Palestina por el fin de la ocupación y el restablecimiento de los derechos humanos en la zona, actuando en las ciudades de Belén y Ramalah. El compromiso social que siempre muestra es incuestionable, algo que echa en falta en todos los sectores de nuestra sociedad. "Muchos de estos problemas sociales no son por mandatos divinos, sino por cómo nos hemos organizado, no hay una solidaridad social", reflexiona. En su opinión, "cuando pasa algo que nos corrompe a todos en nuestra humanidad se responde, pero en el funcionamiento normal debería ser solidario y creo que cada vez hay menos".

El 2005 fue un gran año para Carlos Chaouen. En primer lugar, publica Tótem (Cienfuegos Discos), un disco rebosante de "poesía y descarados versos con aires del sur y un marcado acento rockero". Prueba de ello es la aparición en Corazón de Kutxi Romero (Marea). Otros de los temas más destacados son Agua y horizonte, Flor de bulevar, Amapola o Buenos Aires. La presentación en público se realizó el 25 de mayo en el Teatro Calderón de Madrid, con todo el aforo cubierto y en compañía de algunos amigos como Ismael Serrrano, Quique González o el propio Kutxi. Por otro lado, Carlos también realizó una serie de colaboraciones que supusieron una gran satisfacción personal. Ana Torroja incluiría No me canso como única canción inédita en su disco de grandes éxitos Esencial, mientras que Diego El Cigala también quiso contar con Chaouen para Acuarela, el tema con el que cerraba el álbum Picasso en mis ojos. Sergio Dalma, Joaquín Calderón y Alejandro Martínez fueron otros de los artistas con los que Chaouen colaboraría durante aquel año, sin olvidar tampoco las nuevas obras solidarias (Por la paz en Palestina, No os olvidamos, Cosecha esperanza) y el homenaje a Joan Manuel Serrat titulado Serrat... eres único II.

La definición de un sonido

Carlos Chaouen bebe de multitud de fuentes musicales diferentes: Iron Maiden, Pink Floyd, Silvio Rodríguez, Camarón de la Isla, Silvio Melgarejo, Juan Carlos Aragón... Uno puede saber qué es lo que le gusta, aunque no puede controlar aquello que le influencia, de manera que son abundantes los reflejos que recuerdan a otros géneros. Si hablamos de nombres propios, destaca a Robe Iniesta (Extremoduro): "En las letras de Extremoduro hay un antes y un después". El cacereño es uno de los artistas con los que siempre ha querido colaborar, amén de quien ha sido uno de sus grandes referentes, Camarón de la Isla. Tampoco se olvida de hablar de la admiración que siente hacia Rosendo, Barón Rojo, Marea, Alfa o Joaquín Calderón. Pero su inspiración procede sobre todo de momentos personales: "Las cosas van saliendo de una forma natural; algunas para bien y otras que incluso te sorprenden a ti mismo". Su estilo musical ha sido denominado como fusión de autor. Desde luego, no es fácil describir con claridad las características del género de cantautor. En torno a este tema, siempre se ha generado un debate que para Carlos resulta "muy cansino". Antiguamente, la canción de autor tenía que ser como "un manifiesto político, con un tipo de canción melódica, normalmente lenta y con un tipo de arreglos". Sin embargo, a pesar de que hace años que no es así, "en la mente de la gente la palabra cantautor sigue arrastrando todos esos condicionamientos que para algunos son peyorativos. Hay como un tabú que viene de los cantautores de otras épocas. Realmente, dentro de esa etiqueta hay gente haciendo mucha música distinta. Esa etiqueta ya se ha pervertido un poco y no recoge bien a la gente que está trabajando bajo ella". Según cuenta, la canción de autor abarca un abanico muy extenso, así que artistas como Leonard Cohen o Rosendo también encajarían dentro del género: "Me parece que llevarse la canción de autor a un mínimo estilo musical es pervertirla".

G.S.: ¿Cuál dirías que es la esencia de Carlos Chaouen?
C.C.: [Pensante]. Yo vengo del rock por cercanía, por empape y por lo que me tocó en la adolescencia. También vengo del flamenco y para mí toda la esencia de la música está en el flamenco. Es un mundo complejo que hay que entender, como una muestra más de la falta de formación y de interés de la gente, siendo el flamenco un fenómeno de aquí casi nadie entiende, lo cual es bastante curioso. Entonces, para mí la esencia de la música es el flamenco, pero no quiere decir que yo haga flamenco, obviamente.

G.S.: ¿Y en qué estilo te enmarcarías más?
C.C.: Ahora estoy más cerca del rock claramente. En el último disco hay un tema, por ejemplo, que va por un compás de bulería, pero en el fondo para mí son reflejos. Yo no trato de hacer flamenco porque flamenco hay que ser, realmente, sino para mí es un 'pastizo'. Otra cosa es que ahora estén de moda los 'pastizos' flamencos. Pero en este último disco que estamos hablando claramente estoy más cercano del rock.

En el año 2008, Carlos Chaouen lanza Horizonte de sucesos con Maldito Records. Grabado en La Casona (Valladolid), en su biografía se describe como el disco más distanciado de sus sonidos, siendo su álbum más oscuro, íntimo y personal. "Es el más difícil de entender y la producción tampoco es la que más les pegaba a esas canciones, pero creo que ese es el gran disco olvidado", señala. Una propuesta arriesgada que, finalmente, no acabó teniendo el mejor calado posible, aunque nos dejaría grandes canciones como Amor vertical, Comer acero, Fuera del cielo, La vida tiene estas cosas o Destruido. Después de este trabajo, Carlos regresó a sus raíces instalándose en su Cádiz natal. En el año 2011 y en la tranquilidad del hogar publicaría Respirar, producido por Joaquín Calderón y grabado y mezclado por Eduardo Ruiz Joya en el estudio Sputnik de Sevilla. Orden de disparar, Desatado, Flores secas, Mundo numérico o El tiempo desprenden una luz y una sonoridad distintas a todo lo anterior. Según Carlos, todo tiene una continuidad y "nada existiría sin todo". Por tanto, concibe su discografía como un camino que recorre poco a poco mientras sigue su propia evolución: "Para mí no hay que tomárselo como un trabajo, sino como una forma de vivir".

"En el fondo, para mí todo tiene una continuidad; nada existiría sin todo". / Gabriel SANTAMARINA

G.S.: Han pasado ya unos cuantos años desde que emergió el género de cantautor. ¿Cómo crees que ha cambiado? ¿Qué echas de menos de lo que había antes respecto a lo que hay ahora?
C.C.: Creo que tampoco hay nada tan particular dentro del círculo de los cantautores. Lo mismo en el círculo del rock o en otros círculos sí. Creo que tiene más que ver con que los tiempos cambian, la velocidad de los tiempos, las aspiraciones de la gente y cómo se consume la música hoy en día. Ya casi nadie consume un disco completo. El consumo está determinando demasiado la manera en la que algunos artistas enfocan sus creaciones. No es algo que pasa solo en la canción de autor, sino socialmente o generacionalmente. La gente, más que hacer una trayectoria, quiere triunfar. Tienen muy claro qué objetivo quieren, entonces, así es difícil desarrollar algo orgánico y con valor realmente.

G.S.: Digamos que la mayoría de la gente quiere un poquito de aquí, un poquito de allí y no está abierta a descubrir.
C.C.: Ahora la gente quiere una satisfacción muy inmediata, quieren como un efecto. Creo que cada vez hay menos personas que investigan de dónde vienen las cosas y por qué, que se vaya formando un criterio real de cómo se hacen las cosas fuera de lo que dicen otros; llámese un algoritmo de cualquier tecnología, lo que dicen los mass media, lo que dicen tus amigos o lo que parece que mola. Pero creo que ese es un problema más de formación o de educación individual, social y musical. Entonces, creo que tiene difícil solución, si no se empieza desde muy abajo, desde la formación y desde cultivar el interés. La persona tiene que cultivar el interés verdaderamente y buscar dónde están las cosas, no solo consumir lo que le dan en el supermercado. Lo mismo que pasa con la comida basura, pues creo que hay mucha gente que está consumiendo arte basura, canciones basura y muchos grupos basura. Yo veo muchos grupos de rock que tienen de rock la vestimenta o el aspecto, el pelo... y luego cantan auténticas chorradas y unas letras fatales. Pero parece ser que solo con la estética ya es suficiente. Entonces, en el fondo estamos quitando valor a las cosas.

G.S.: Cuando el rock es 99% letra...
C.C.: Era, el rock era eso. Creo que el rock en los últimos años si le quitas esa estética, en el fondo es una moñada. Las canciones son una moñada muchas de ellas. Pero bueno, digamos que estamos en esta sociedad visual.

Nuevos horizontes

La carrera de Carlos Chaouen abriría un nuevo capítulo el 21 marzo de 2012. Sin dejar nunca de lado la música, en aquella fecha daría el salto al género literario. La editorial Pigmalión Edypro publicó el primer libro del artista, Canciones, poemas y otros textos..., un cancionero que relata una expedición realizada en el año 2004, incluyendo los temas de sus seis primeros discos y algunos textos extras. El libro se describe a sí mismo como una fotografía en movimiento. A raíz de esta nueva faceta se dibuja una duda acerca de la figura del protagonista: ¿Se define como músico o más bien como poeta? "Siempre he respetado a la gente que ha estudiado música. Como mi formación ha sido otra y no la música, que siempre ha sido más autodidacta o más vocacional, nunca me he considerado músico. Y poeta también es una palabra que tiene demasiado peso. En cualquier caso, son los demás los que tienen que poner esas palabras". Carlos defiende que su arte no entiende de etiquetas. No se siente de ninguna forma especial y simplemente utiliza las canciones, los poemas y todo lo que compone como un modo de expresarse. Para él, la música se convierte más que nada en un vehículo mediante el que puede dar salida a su poesía.

Carlos Chaouen continúa con su gira y viaja por primera vez a Argentina y Chile, donde da una serie de conciertos íntimos y memorables a finales de 2012. Al año siguiente, repite la experiencia sumando también Uruguay. A lo largo de su carrera, el gaditano ha experimentado una transición muy progresiva del género de cantautor al rock. "Aunque yo venía del rock, al caer en lo cantautoril los primeros discos no reflejan muy bien como yo me quería expresar. En aquel momento ni producía, ni tenía los medios, ni el conocimiento para que sonaran de otra manera", explica. Poco a poco iría acercándose cada vez más al rock hasta que en 2014 apareció En la frontera (Maldito Records). Grabado en Tarifa (Cádiz) y masterizado por Andy Baldwin en los estudios Metropolis de Londres, el séptimo álbum de Carlos Chaouen se convierte en el más rockero de su discografía. Y es que para esta ocasión cuenta con Qike Romero al mando de la producción, la guitarra y los arreglos, además de Andrés Tomás Rodríguez en la batería y Juan Medina en el bajo y las colaboraciones de José Luis Campuzano 'Sherpa' (Barón Rojo) en Quiero vivir y Andreas Lutz (O´funk’illo) en Tragaluz. Habitante de la luna, La nena, Los jugadores o En la frontera serían otros ejemplos de ese regreso de Carlos a los sonidos más característicos de su adolescencia: "Afortunadamente, cada vez me puedo acercar más a como quiero sonar realmente".

En general, Carlos Chaouen casi siempre se ha movido desde la autogestión. "Las compañías han distribuido mis discos, pero nunca he entrado para cumplir las órdenes de ninguna gran empresa", asegura. Para él sería imposible. No le gusta repetir patrones o pasar por donde ya ha pasado y prefiere abrirse a otros horizontes; "es algo que llevo en mí". En función de ello se rodea de las personas que más se adecuen a su enfoque musical y su manera de trabajar. Por este motivo, la elección de unirse a El Dromedario Records no sería casualidad, sino fruto de su experiencia: "Nunca he hecho muchas concesiones en mi carrera para tener más público o más éxito. Eso hay empresas que no lo toleran bien y por eso no he repetido producción más de una vez, excepto una vez". En el año 2018, Chaouen se estrenaría con su nuevo sello. 7.300 días es un doble DVD recopilatorio que recoge veinte años de carrera musical. Incluye conciertos en el Teatro Calderón (2005), en la Joy Eslava (2009) y en la Sala Penélope (2014), con la participación de Ismael Serrano, Quique González, Kutxi Romero, Aurora Beltrán (Tahures Zurdos), Alfredo García (Alfa) y Joaquín Calderón. La obra cuenta con más de cuarenta canciones y con Sinforgía en Ti sostenido, un disco producido por Juan Medina con tres canciones inéditas (Tumbado, Olas de plata y Liguero de gata) y siete versiones de algunos de sus primeros temas.

Refugio

El octavo disco de Carlos Chaouen, y el primero con El Dromedario Records, se llama Refugio. El título del álbum tiene tres interpretaciones diferentes que nacen de una reflexión profunda en torno a la esencia de esta palabra. En primer lugar, tiene una connotación social relacionada con el fenómeno mundial de los refugiados; en segundo, a nivel individual se relaciona con las necesidades vitales de cada persona y la manera que cada uno tiene de protegerse; y en última instancia, invita a reflexionar acerca de cuál es el sitio ideal donde nos sentimos seguros. La portada tampoco es fruto del azar, aunque "era un poco difícil llevarla a cabo porque la palabra en sí no se sabe que quiere decir". En ella, se representa la cara de un hombre cubierta de pintura en medio de la oscuridad. Este rostro simula una máscara que impide distinguir los rasgos de una persona concreta. Es la cara de Carlos, pero podría ser la de cualquiera: "Era una forma de decir qué mascara nos ponemos o detrás de qué cosas nos ocultamos, qué refugios buscamos para sentirnos protegidos y cómo hay que ir limpiando todas esas cosas para encontrar el verdadero refugio".

En Refugio, Carlos Chaouen produce y por primera vez graba todas las guitarras, excepto una en la que colabora el guitarrista Philip Pearson, así como la mayoría de teclados y programaciones. El bajo corre a cargo de Alejandro Benítez, mientras que en las baterías repite Andrés Tomás Rodríguez. En las colaboraciones encontramos a Tony Romero (teclados), Fran Mangas (saxo y teclados), Carlos Cortés (percusión), Jerónimo Maya (guitarra flamenca) y Carlos Tato (calimbas, hangs, bajo, ambientes...). La grabación, la mezcla y la masterización están cocinadas a fuego lento en Trafalgar Estudios, muy cerca de donde reside Carlos, con Francisco Ureba como responsable de la misma. Refugio se compone de nueve canciones bastante más cercanas al rock que la mayoría de sus predecesores. La intención del artista siempre fue hacer un disco mucho más largo, pero más tarde decidió dividirlo en dos producciones. De esta forma, su recorrido puede entenderse o bien como una transición, puesto que comienza fuerte, partiendo de sonidos más estridentes para después adentrarse en tonos más acústicos, o bien como un trabajo inacabado que queda a expensas de una segunda parte que lo complete: "La idea inicial era hacer ocho canciones en este contexto y otras ocho en un contexto más acústico, pero al final decidimos partir la producción y en un futuro muy próximo haremos la otra tanda de canciones".

El espíritu rockero Carlos Chaouen en Refugio se manifiesta desde la primera canción. Los que haremos rock and roll supone un inicio contundente, repleto de baterías y guitarras eléctricas, con un estribillo pegadizo precedido de una frase que refleja a la perfección el sentir actual del artista: "Ya nos deshicimos del dolor, somos los que fuimos rock and roll". El segundo corte es también la carta de presentación del LP, pues fue el primer adelanto del mismo; Tú y yo mantiene la intensidad en la voz y la instrumental, aunque se inclina por una lírica más melódica y emocional. El videoclip está realizado por David Pérez Fabián y cuenta con las interpretaciones de los bailarines Francisco Melero y Paula López Hernández. De ahí pasamos a Alzando el vuelo, que se diferencia por un juego constante en los tiempos y acentúa aún más los cantos a la libertad presentes a lo largo de todo el disco. El cielo aquí regresa a los estribillos armónicos y si bien no se aleja del rock que marca a sus antecesores, sí que nos envuelve en una atmósfera más relajada. En una línea parecida pero con más fuerza se mueve Hambre y sed, en la que abundan las referencias al mar acompañadas del saxo de Fran Mangas.

En este punto de Refugio, Carlos Chaouen realiza un giro musical con Un millón de soles, donde prueba con un sonido mucho más próximo al género del country junto a la guitarra del norteamericano Philip Pearson. ¿Qué soy? es la pregunta que se hace continuamente a sí mismo en el séptimo tema, haciendo gala de una letra que alberga innumerables recursos literarios escondidos. A partir de aquí, el disco cambia completamente respecto al tono general que había mostrado, caminando en una dirección más parecida a la que Carlos siempre nos tiene acostumbrados: "Las dos últimas canciones están en otro contexto de producción". Por un lado, El loco bebe mucho más del flamenco, con un compás de bulería y unos aires más bohemios. Por otro, Divina-Mente es una canción bastante más experimental que nos invita a la meditación y abre nuevos horizontes sonoros, dejando paso a un final abierto. Así pues, podemos decir que Refugio se acerca mucho a la energía del directo y claramente marca otro punto de inflexión en la carrera de Chaouen, con canciones muy directas, positivas y luminosas.

G.S.: Refugio suena más a rock que la mayoría de tus trabajos. ¿Estamos ante un salto definitivo a este género o te planteas un regreso a lo anterior?
C.C.: Ahora yo no me pongo objetivos o referencias sobre cómo tiene que sonar lo siguiente porque, entonces, ya me estoy limitando. Cuando vayamos a grabar lo siguiente pues ese momento también influirá en lo que ocurra. Quiere decir esto que los siguientes discos pueden ser más rock, más flamenco o más lo que sea porque yo no me cierro. Obviamente, este sonido que hemos encontrado en este disco creo que lo vamos a mantener en el futuro, pero también hay otras facetas y otro tipo de canciones que creo yo que necesitan otro sonido.

G.S.: El disco parece que parte de sonidos más estridentes y más duro para realizar una transición a sonidos más suaves.
C.C.: Tiene sentido lo que dices. Las dos últimas están en otro contexto de producción. Es verdad que tengo un montón de canciones del tipo de las dos últimas porque la idea era grabar en este disco como el doble de canciones que hay, pero luego decidimos partirlo y hacer dos producciones en vez de todo en uno. Sobre el orden del disco hay mucho debate. Yo dejé que pusieran el orden porque llevaba más de un año oyendo las canciones y ya no tenía cerebro para elegir el orden.

"Uno siempre tiene que pensar que el mejor disco está por venir, es el que está por hacer. Ahora te diría que el mejor es el último", asegura Carlos Chaouen fiel a su filosofía, ya que está convencido de que el objetivo de cualquier artista es aspirar a que su última obra sea la mejor de su carrera; ya no se trata solo de la consecuencia de una evolución enriquecida por la experiencia, sino también de la motivación que le hace seguir adelante. Ahora mismo, se siente absolutamente identificado con Refugio que con cualquier otro disco y está más unido a él en el tiempo en todos los aspectos. Podría decirse que cree más en él que en todo lo anterior: "Igual cuando pasen cinco años tendré otra perspectiva respecto de lo que he hecho aquí. Pero ahora mismo es el que más representa el momento en el que estoy y como quiero sonar y el momento de letras". Además, demuestra muchas ganas de tocar el disco en directo junto con la banda. Ya han cerrado las primeras fechas, anunciadas en su web oficial, y esperan ir cerrando muchas más. A pesar de ser ya su octavo álbum, sigue ilusionándose con la música como si fuera el primer día.

En definitiva, Carlos Chaouen irradia arte por los cuatro costados. Su mayor interés siempre ha estado enfocado a "la música-literatura, y la fascinación por el estudio y la experiencia de la mente humana". Las canciones han sido el punto de encuentro de estos intereses. De esta manera, la música que concibe es única, al igual que su mundo literario, y sus mensajes suelen estar llenos de poesía, por lo que las emociones siempre le acompañan allá por donde va. La realidad es la mejor musa de la que dispone para desarrollar su ficción, retornando a la misma con una mirada renovada a partir de indagar en los infinitos matices que le rodean. Sin duda, la obra del artista gaditano se ha convertido en un lugar de referencia fuera de los circuitos comerciales habituales. El público que lo descubre y lo conoce bien disfruta como pocos del viaje que les brinda, y le devuelve a cambio todo su cariño y admiración. Basta con entrar en YouTube para observar algunos de los comentarios que encontramos en su anticipo del disco, Tú y yo: "Imprevisible, rebelde y revolucionario", "Maestro eterno, por fin has vuelto", "La larga espera mereció la pena"... El mundo estaba esperando con ganas el regreso musical de Carlos Chaouen y por fin ha llegado. Refugio es fruto de un largo trabajo que el buen oyente sabrá apreciar como se merece. Calidez, calidad y musicalidad a espuertas para oír, ver y sentir que no deja indiferente a nadie.

Light Gallery format is incorrect, path is missing!

Joomla Plugins

¡Atención! Este sitio usa cookies y tecnologías similares.